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Historia

Historia de Prádena

Prádena, situado en las faldas de Somosierra, es el pueblo más meridional de la comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda. Su término ha sido poblado desde hace miles de años, como lo atestiguan los restos neolíticos encontrados en la conocida Cueva de los Enebralejos, una cavidad descubierta casualmente en 1932 y que fue utilizada necrópolis hace unos cuatro mil años. Allí se han encontrado cerámicas de uso doméstico y ritual, objetos de sílex y de cobre y un interesante conjunto de arte rupertre. 

      Cueva de los Enebralejos                  Cueva de los Enebralejos

También son interesantes los restos encontrados en la Cueva de Las Granjas o en la de Carrascal.

Pero en el municipio de Prádena también se han encontrado yacimientos de la época romana (en la que este pueblo era Pratum: restos de la via empedrada de la calzadilla y algunas monedas y trozos de cerámica) y de la época visigoda.

El nombre de Prádena es un derivado de la palabra latina "prader" (prado), y del sufijo -ena-, que quizás haría alusión a la abundancia de pastos en su entorno. Ya en el año 1247 era conocida con el nombre de "Pradana", pero no fue hasta el silo XVI cuando recibió el nombre con el que ahora le conocemos.

En el siglo XI cuando se produce la repoblación de los terrenos reconquistados por los cristianos y se crean las comunidades de  Villa y Tierra (federación de municipios que se autogobernaban, recaudaban tributos y administraban justicia respondiendo sólo ante el rey), Prádena pasa a ser cabeza de uno de los Ochavos de la Villa y Tierra de Sepúlveda, célebre por su fuero y origen de muchos otros. Prádena contaba con los barrio - hoy despoblados- de Matandrino, Peña Corva,Pradenilla y el Villar.

       

También en el siglo XIV, concretamente en el año 1338, el rey de Castilla Fernando IV concede a Prádena la propiedad de unos terrenos en la sierra y un real privilegio que prohibía pastar en ellos a cualquier ganado foráneo.

Los judíos permanecieron durante siglos siendo su población estable al ser tierra fronteriza unas veces en poder de los cristianos y otras en poder de los musulmanes, hasta que los Reyes Católicos los expulsan de España, no obstante anteriormente ya se habían producido enfrentamientos al ser acusados de actos criminales y sacrílegos.

Dentro de las denominaciones de los parajes de Prádena llama la atención la de "arroyo de matajudios" a un valle (seco) que según la tradición corrió con sangre.

En el siglo XIV Prádena es un pueblo comunero, cabeza del Ochavo ,que lleva su nombre. Tierras comuneras que le fueron donadas por la entonces princesa de Castilla Doña Isabel, en agradecimiento por la ayuda prestada en las guerras contra su hermanastra Doña Juana "La Beltraneja"

Durante el siglo XV Prádena fue famosa por toda España por la producción de lana de sus ovejas y por sus telares y batanes. Como pueblo ganadero que ha sido, su habitantes, muchos de ellos pastores dedicados a la trashumancia, usaron la Cañada Real Segovia-Soria, que pasa por su término municipal, además de otros caminos que conducen a las tierras de Extremadura y lo que hoy es la provincia de Córdoba. De hecho, la tradición ganadera se ha conservado en las fiestas patronales de Prádena (Nuestra Señora del Rosario y la Feria), que coincidian con la marcha y el regreso de los mozos que marchaban a la trashumancia.

Por su priviliegiada situación y la belleza de su entorno, Prádena fue el primer lugar escogido por el rey Felipe V para levantar lo que luego serían el Palacio y los jardines de la Granja. También se sabe que con la amdera de la acebeda de Prádena se hicieron las primeras ventanas del Palacio Real de Madrid.

En el siglo XVIII es el "siglo de oro" de Prádena, fruto de ese esplendor es la monumental iglesia de estilo neoclásico con clara influencia del estilo de Ventura Rodríguez, que se construye gracias a  las aportaciones de los ricos ganaderos del pueblo, gracias al tesón y pericia del cura párroco de aquellos años D. Manuel Carretero, auténtico artífice, tanto a nivel arquitectónico, como conseguidor material de los recursos necesarios para sufragar tan vasta obra   (ver trascripción de la narración de la construcción).

A medida del siglo XIX Prádena contaba con 906 habitantes, que se repartían en 224 casas, "algunas con piso alto y de bueba construcción". Así lo constata Pascual Madoz en su diccionario Geográfico de España (1850), donde cuenta además que en este pueblo había una casa de ayuntamiento que hací las funciones de cárcel, una escuela de instrucción primaria "común a ambos sexos" en la que estudiaban 80 alumnos, y "tres fuentes de buenas aguas". El autor también alude a la existencia de "un batán de sayales, algún telar de lienzos y cuatro molinos harineros". Y por último menciona la abundancia de caza de liebres, conejos, perdices y otras aves, y "pesca de buenas truchas".

Ya en el año 1952 Prádena contaba con 1042 habitantes dedicados a la agricultura y a la gandería lanar. Tenía seis molinos harineros, una fábrica de jabón, un matadero, un aserrío de madera, cuatro carpinterías, dos herrerias y forjas, una carretería y una fábrica de gaseosas.

Celebraba dos fiestas comarcales, una del 9 al 12 de Junio y otra en Octubre, aparte de un mercado semanal todos los lunes.

 

          

 Si en los siglos pasados Prádena ha vivido del campo, y sobretodo del ganado, en la actualidad el pueblo ha sabido reconvertir su economía y dirigirla también hacia el turino y el sector servicios, especialmente la hostelería. Con cerca de 600 habitantes, este pueblo recibe cada fin de semana numerosos visitantes, y en el abundan las segundas residencias. Además, la llegada de inmigrantes ha favorecido el repunte de la natalidad, algo por lo que Prádena puede mirar con optimismo al futuro.